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jueves, 6 de diciembre de 2012

Pere Pruna, el favorito de Picasso.

Es una figura fundamental dentro de la figuración que se desarrolló en España durante el siglo XX, con gran insistencia en la representación femenina, a veces con postulados cercanos a Balthus ("El vino de Kios, 1935). Otras veces cercano a un expresionismo internacional de temática religiosa ("Descendimiento", 1930-1931). En 1920, con solo 17 años viaja a París, sin prácticamente ninguna formación académica. Sebastián Sunyer le proporcionó una carta para que se presentase a Picasso, quien lo "adoptó" a manera de alumno. Picasso estaba en su época clasicista de "vuelta al orden", estilo que adoptará Pruna en adelante, si bien la forma suave y delicada de entender las formas plásticas por Pruna, influyeron en el propio Picasso, según Jean Cocteau. Gracias a Picasso se relaciona con toda la intelectualidad vanguardista de París. La figuración de Pruna se caracteriza por su línea estilizada y diáfana, y sintoniza con la vuelta al orden posterior a la ruptura que supusieron las vanguardias. Ello permite comparar su arte con corrientes europeas del momento, como los "valores plásticos" italianos ("Cabeza de escayola y tulipán", 1929).
El interés de Pruna se centró en el retrato y sobre todo en la figura femenina, en forma de desnudos y escenas de inspiración mitológica. También pintó algunos bodegones.