Un equipo liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto un mecanismo molecular implicado en la pérdida cognitiva asociada a la edad. El estudio, llevado a cabo en ratones viejos, demuestra que los déficits cognitivos en el hipocampo del cerebro están vinculados con bajos niveles de un lípido relacionado con la memoria y el aprendizaje, denominado fosfoinositol PIP2, y con la pérdida de una enzima: la molécula MARCKS. Los resultados aparecen reflejados en el último número de la revista Nature Neuroscience.
MARCKS está ubicada en la membrana plasmática, una capa lipídica que delimita todas las células. Juega un importante papel en la conformación y movilidad celulares, en la comunicación entre el interior y el exterior, así como en la regulación del ciclo celular. Además, regula los niveles de la enzima PIP2, minoritaria en la membrana de las células y con una señalización que depende de su estructuración en pequeños islotes.
“Partíamos de la hipótesis de que el PIP2 presentaría cambios en su concentración o distribución, especialmente en áreas involucradas en memoria y aprendizaje. Mediante técnicas bioquímicas, descubrimos que este fosfoinositol no se organizaba en islotes en las sinapsis o conexiones neuronales en el hipocampo de los ratones viejos. ¿La razón? Sus neuronas contenían menos niveles de MARCKS, que también sirve para mantener los islotes de PIP2”, explica Carlos Dotti, investigador del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-Universidad Autónoma de Madrid).
Mejora del aprendizaje
Según los resultados de la investigación, la inyección en el cerebro de un péptido que imita parte de la función de MARCKS fue suficiente para mejorar el aprendizaje de los ratones viejos. “Aceptando que ciertas enfermedades neurodegenerativas son un continuum del envejecimiento cerebral normal, como el Alzheimer no hereditario, nuestro hallazgo puede tener relevancia para entender, prevenir o incluso tratar el envejecimiento cerebral patológico en un futuro. Además, el mecanismo descrito contribuye a la construcción de un mapa más completo sobre los cambios cerebrales asociados a la edad y, por ende, a un mejor conocimiento de este proceso vital”, destaca el investigador del CSIC.
fuente: csis