La institución penitenciaria ejemplar para Escandinavia es la cárcel de Halden Fengsel, inaugurada en mayo, el centro de detención más humano del mundo. Hay más de 250 celdas provistas de televisor de pantalla plana, un cómodo sofá, sala de baño y un mini-refrigerador. Las ventanas verticales carecen de rejas para permitir el ingreso de más luz solar, y cada diez celdas se encuentra un salón comunitario donde los presos pueden recibir clases de cocina.
En el terreno, en el medio de un bosque, se encuentra una vivienda separada, con dos dormitorios, donde los reclusos pueden alojarse cuando reciben visitas de familiares. Hay un estudio donde se dictan clases de música y para mantener flexibles los músculos, hay un gigantesco muro para escalar. Los muros exteriores de la prisión, de 6 metros de altura, están camuflados detrás de arboledas por lo que prácticamente quedan ocultos a la vista de los detenidos. Los guardias carceleros no portan armas y los presos pueden rellenar formularios con sugerencias para mejorar aún más la vida en la prisión.
Las autoridades penitenciarias de los Países Bajos han decidido cerrar ocho prisiones debido a la falta de reclusos.