miércoles, 29 de octubre de 2014

Cómo enseñar a un niño a ser independiente.



Todos los niños pueden y deben ser educados para ser independientes, pero todos los niños no son iguales. Cada niño desarrolla capacidades de una forma distinta. Se puede pedir todo a todos, pero no se puede esperar que los resultados sean los mismos. Se debe, primero, conocer cuáles son las capacidades reales de cada niño, para poder ayudarle en su justa medida, y no solucionarle la tarea cuando él sea capaz de realizarla solo.
Se debe dar la oportunidad de experimentar, de equivocarse, de fallar o de acertar, y todo eso lleva un tiempo, según la edad y la capacidad de aprendizaje de cada niño. Cuando tu hijo, delante de una tarea, diga: yo solo que ya soy mayor, escúchale y respeta su decisión. Es más importante lo que dicen y cómo actúan los padres en ese proceso, que la disposición que tenga el niño. No olvidéis que una mayor autonomía favorece una buena autoestima, y que este camino conduce a una evolución sana en cuanto a las decisiones y las vivencias del niño en su día a día.
Los padres no deben olvidar que uno de los principales desafíos de la educación es preparar al niño para el período de la vida cuando sale de la casa. No se debe privar a un niño de su propia fuerza para intentar, experimentar y sentir frustración natural ante el fracaso. Para un niño acostumbrado a la independencia y desarrollar adecuadamente, trate de seguir estos consejos:


No tome lo que el niño puede y debe hacer por sí mismo.

Déle la oportunidad de elegir las tareas domésticas.

Mantener la confianza del niño que participa activamente en la vida familiar.

Intente tan a menudo como sea posible intencionalmente poner al niño en una situación de elección cuando hay que tomar una decisión.

Hable con su hijo sobre las diversas opciones de comportamiento en una situación determinada, enseñarle a analizar las circunstancias en las que se encuentra.

El consejo es siempre es conseguir la satisfacción en el trabajo y tener confianza en sus habilidades.

No dude en mostrar a su hijo que usted lo ama y espera a su éxito.

Fomentar la iniciativa y la independencia del niño, con la actitud de humor ante su fracaso, reaccionar con calma a los errores y aprender juntos a extraer lecciones útiles de ellos.

Cultivar la capacidad de cumplir adecuadamente los desafíos, explíquele que no siempre se puede hacer algo rápido, lo importante es hacerlo bien.

Aumentar el potencial intelectual del niño, enseñarle a pensar por sí mismo, que debe preguntar para entender la diferencia entre las distintas opiniones. Debe aprender que a preguntas difíciles a veces hay respuestas fáciles.

Dar nombre a los deseos y las emociones de los niños. Cuando damos nombre a los deseos y emociones del niño, le ayudamos a comprenderse a sí mismo a la vez que adquiere los medios para comunicarse. Por ejemplo, si un niño tiene una rabieta, en lugar de limitarnos a consolarle o regañarle, podemos favorecer su futura autonomía preguntándole si siente rabia, o miedo, o celos...

Dar respuestas claras a los niños. A menudo los niños se limitan a lanzar una mirada para saber si algo que han hecho o se disponen a hacer está bien o mal. Dar una respuesta clara, bien sea de estímulo o de lo contrario favorece la independencia del niño, puesto que le ayuda a comprender los límites. Por ejemplo, si el niño arroja algo al suelo y nos dirige una mirada interrogante, debemos responderle con palabras que eso no está bien y que debe recoger lo que ha tirado.

Animar e incentivar a los niños cuando intenten llevar a cabo alguna tarea, al margen de cuales sean los resultados, favorece su seguridad en sí mismos. Si tu hijo está intentando, por ejemplo, montar un puzle para niños, anímale a que lo acabe y luego felicítale. Es importante que valores su esfuerzo.
Permitir a los niños tomar decisiones sobre sí mismos y ciertos aspectos de su rutina incrementa enormemente su independencia. A este respecto, es fundamental poner límites claros. El niño puede decidir si ducharse o bañarse, si ponerse este o aquel abrigo... pero no debemos permitir que salga a la calle sin abrigo, o que deje de de cenar, por capricho.
Razonar con los niños cuando se le va a responder con un "no" les ayuda a madurar, a controlar sus impulsos y, por tanto, a ser más autónomos. Negociar con los niños, estar abiertos a sus peticiones, no significa que les estemos malcriando. A menudo, les estamos facilitando las herramientas para que, en el futuro, sepan por sí mismos qué es lo que más les conviene.
Para favorecer la independencia de los niños NO conviene...

Desanimar a un niño cuando intenta hacer algo. Afirmaciones del tipo: “eres demasiado pequeño”, “te vas a caer”... no ayudarán a tu hijo a convertirse en una persona autónoma. A algunas madres les cuesta controlarse, pues temen por la seguridad de su hijo. Sin embargo, es natural que los niños jueguen, se ensucien y, a veces, se hagan alguna magulladura.
Hacer las cosas en lugar del niño. A los niños acostumbrados a que les vistan, les den de comer, les lleven las cosas... de mayores les costará más cuidar de sí mismos.
Responder NO, por sistema, a casi todas sus demandas, contribuye asimismo a minar la independencia de los niños.
Cuando un niño llora porque se le ha negado un permiso, regalarle un juguete o una golosina, o consolarle de inmediato para que deje de llorar, es negativo pues impide al niño comprender lo que ha ocurrido. Esto, en el fondo, le producirá inseguridad.


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