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jueves, 10 de septiembre de 2015

La increíble historia del hombre que movió una montaña.



Manjhi nació en un pequeño pueblo indio llamado Gahlour, cerca de Gaya, que es la segunda ciudad más grande de Bihar. Manjhi perdió a su mujer en los años 60 cuando fue incapaz de recorrer los 70 kilómetros que separaban su hogar del médico más próximo. Entre él y la curación de su mujer se interpuso un gigante pétreo infranqueable: una montaña. Aquel día empezó a demostrar que la fe, en realidad, sí mueve montañas.
Dashrath Manji cortado el paso a la montaña solo en 22 años. Lo hizo para que nadie más muriera a causa de la falta de comunicación y de atención médica oportuna, como le sucedió a su amada esposa. Gracias a él, lejos de su aldea al hospital se redujo de 70 km hasta 1 km.Esperamos sinceramente que este caso sirva de ejemplo de cómo, a pesar de las circunstancias, no perder el ánimo y siempre lograr su objetivo.
















La trágica muerte de su esposa hizo que Manjhi se propusiera apartar esa montaña. Primero optó por la vía más lógica, la de pedir ayuda al gobierno. Y recibió la más común de las respuestas oficiales:no. Ni corto, ni mucho menos perezoso, Manjhi asumió la responsabilidad que evadían los organismos gubernamentales. “La gente le había pedido al gobierno muchas veces que construyera una carretera a través de la colina, pero nadie prestó atención. Así que decidí hacerlo por mi cuenta“, explicaba este héroe moderno en un reportaje que retrataba su hazaña. La muerte de su esposa le motivó, pero también la necesidad de su pueblo por obtener mejores comunicaciones para el comercio o la educación de los niños.
En un país tan alarmantemente pobre como la India, Manjhi sólo disponía de tres herramientas para mover la montaña: un cincel, un martillo y una pala. Eso sí, contaba también con un arma indestructible: la fe en sí mismo. Durante dos décadas, de 1960 a 1982, Manjhi trabajó sin descanso para convertir un peligroso paso entre montañas en el que sólo cabía una persona, en un camino de más de 9 metros de ancho por el que, aún a día de hoy, pueden circular varias personas, motos y bicicletas. En esos veinte años eliminó una montaña creando un paso de 110 metros de longitud y más de 7 metros de alto. De esta forma, redujo la distancia entre su localidad y la ciudad de Gaya de los 75 trágicos kilómetros que impidieron la curación de su esposa a sólo 8 kilómetros. La distancia a la escuela también se vio sensiblemente reducida: de 8 kilómetros a los 3 que hay actualmente en un paso que aprovechan la mayoría de pueblos de la zona.