En China, a un agricultor se le permitió tomar el tren junto con una piara de cerdos. A pesar de la clara violación de las reglas de transporte, los pasajeros se resignaron a la extraña compañía, en los vagones. Al final resultó que era un campesino pobre, que llevaba animales a la venta para alimentar a su familia y el conductor accedió a llevarlo porque de otra manera para llegar a su destino debía viajar tres días a pie.