La Turritopsis Nutricula es un hidrozoo hidroideo, con la increíble característica de ser biologicamente inmortal. Su cuerpo, apenas visible, mide alrededor de entre 4 y 5 milímetros y tiene una figura alta y acampanada, con paredes finas y uniformes. Su gran estómago —quizá lo que más destaca de su cuerpo—, posee un color rojo vivo y tiene una forma cruciforme en su corte transversal. Por otra parte, los especímenes jóvenes tienen en su borde hasta 8 tentáculos, mientras que los adultos pueden llegar a tener 80 o 90. A menudo, las medusas viven un tiempo determinado, casi siempre en un ciclo específico en el que mueren después de propagarse. La Turritopsis, en cambio, tiene un ciclo fascinante de vida que la hace inmortal. Cuando esta alcanza la madurez sexual es capaz de invertir su ciclo de vida y volver a un estado de pólipo para comenzar de nuevo. Una y otra vez. Tantas veces como quiera. Dicho proceso es conocido como transdiferenciación.
Para hacerse una idea, realizan un cambio de células en su zona externa —exumbrella—, que generalmente solo se observa en animales que son capaces de regenerar órganos o extremidades. Sin embargo, la Turritopsis puede aplicar esto a cualquier parte de su cuerpo cuando alcanza un determinado ciclo. Finalmente, por decirlo de alguna manera, surge de su mismo interior convertida de nuevo en pólipo, pero siendo todavía el mismo individuo. Este proceso de transdiferenciación vuelve a generarse siempre que quiera, convirtiendo a dicha medusa en un ser casi inmortal. Y digo casi, porque puede morir debido a una enfermedad, o siendo el alimento de otro ser vivo.