Pages

jueves, 12 de julio de 2018

¿Que es el Dataísmo?



Dataísmo es un término que ha sido utilizado para describir la mentalidad, filosofía creada por el significado emergente del big data, la inteligencia artificial y el internet de las cosas (IoT).


Según el catedrático y ensayista Yuval Noah Harari, de la Universidad Hebrea de Jerusalén,​ en su libro Homo Deus: Breve historia del mañana indica que el dataísmo, como religión, «no venera ni a dioses ni al hombre: adora los datos».

Un dato es una representación simbólica (numérica, alfabética, algorítmica, espacial, etc.) de un atributo o variable cuantitativa o cualitativa. Los datos describen hechos empíricos, sucesos y entidades.

El término fue utilizado por primera vez por el analista cultural David Brooks en el New York Times en 2013.

El 11 de enero de 2013, el datemismo adquirió su primer mártir. Aaron Schwartz , un chico estadounidense de veintiséis años, se suicidó en su departamento. Schwartz era una persona extraordinariamente dotada: a la edad de catorce años ya había participado en el desarrollo del "protocolo RSS". Y también creía firmemente en la libertad de información. En 2008, publicó el " Manifiesto Guerrilla sobre acceso abierto"", En el cual abogó apasionadamente por la difusión libre e ilimitada de información.

Aaron Schwartz, estaba indignado porque la biblioteca digital de JSTOR les cobra a los lectores. JSTOR almacena millones de artículos y artículos científicos y cree en la libertad de expresión de académicos y editores de revistas, lo que implica la libertad de cobrar una tarifa por leer sus escritos. Según JSTOR, si deseo solicitar una tarifa por mis propias ideas, entonces tengo derecho a hacerlo. Schwartz pensó lo contrario. Él creía que la información quiere ser libre, que las ideas no pertenecen a sus autores y que es un error mantener los datos bajo llave y dejarlos a cambio de una tarifa. A través de la red de computadoras del Instituto de Tecnología de Massachusetts, tuvo acceso a JSTOR y descargó cientos de miles de documentos científicos que se iba a fusionar en Internet para ser leído por todos.

Schwartz fue arrestado y juzgado. Al darse cuenta de que enfrenta encarcelamiento, se ahorcó. Los activistas de Internet respondieron con peticiones y ataques contra el gobierno y las instituciones académicas que persiguieron a Schwartz e invadieron la libertad de información. JSTOR se disculpó por su papel en la tragedia y abrió el libre acceso a muchos de sus recursos, aunque no a todos.


Manifiesto por la Guerrilla del Acceso Abierto.
La información es poder. Pero como con todo poder, hay quienes lo quieren mantener para sí mismos. La herencia científica y cultural del mundo completa, publicada durante siglos en libros y journals, está siendo digitalizada y apresada en forma creciente por un manojo de corporaciones privadas. ¿Querés leer los papers que presentan los más famosos resultados de las ciencias? Vas a tener que mandarle un montón de plata a editoriales como Reed Elsevier.
Están aquellos que luchan por cambiar esto. El Movimiento por el Acceso Abierto ha luchado valientemente para asegurarse que los científicos no cedan su derecho de copia, sino que se aseguren que su trabajo sea publicado en Internet, bajo términos que permitan el acceso a cualquiera. Pero incluso en los mejores escenarios, su trabajo sólo será aplicado a las cosas que se publiquen en el futuro. Todo lo que existe hasta este momento se ha perdido.

Ese es un precio muy alto por el que pagar. ¿Forzar a los académicos a pagar dinero para poder leer el trabajo de sus colegas? ¿Escanear bibliotecas enteras para sólo permitir leerlas a la gente de Google? ¿Proveer artículos científicos a aquellos en las universidades de élite del Primer Mundo, pero no a los niños del Sur Global? Es indignante e inaceptable.

“Estoy de acuerdo,” dicen muchos, “¿pero qué podemos hacer? Las compañías detentan los derechos de copia, hacen enormes cantidades de dinero cobrando por el acceso y es perfectamente legal –no hay nada que podamos hacer para detenerlos.” Pero sí hay algo que podemos hacer, algo que ya está siendo hecho: podemos contraatacar.

A ustedes, con acceso a estos recursos –estudiantes, bibliotecarios, científicos– se les ha otorgado un privilegio. Ustedes pueden alimentarse en este banquete del conocimiento mientras el resto del mundo queda fuera. Pero no es necesario –de hecho, moralmente, no es posible– que se queden este privilegio para ustedes. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y lo han hecho: intercambiando contraseñas con colegas, haciendo solicitudes de descarga para amigos.

Mientras tanto, aquellos de ustedes que se han quedado fuera no están cruzados de brazos. Han estado atravesando agujeros sigilosamente y trepando vallas, liberando la información encerrada por las editoriales y compartiéndola con sus amigos.

Pero todas estas acciones suceden en la oscuridad, escondidas en la clandestinidad. Se les llama robo o piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuera el equivalente moral de saquear un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral –es un imperativo moral. Sólo aquellos que están cegados por la codicia se negarían a hacerle una copia a un amigo.

Las grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la codicia. Las leyes bajo las que operan lo requieren –sus accionistas se sublevarían por mucho menos. Y los políticos que se han comprado los apoyan, aprobando leyes que les dan el poder exclusivo de decidir quién puede hacer copias.

No hay justicia alguna en obedecer leyes injustas. Es tiempo de salir a la luz y en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública.

Necesitamos tomar la información, donde sea que esté guardada, hacer nuestras copias y compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar las cosas que están libres del derecho de copia y agregarlas a este archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y ponerlas en la Web. Necesitamos descargar journals científicos y subirlos a redes de compartición de archivos. Necesitamos pelear una Guerrilla por el Acceso Abierto.

Si somos los suficientes, alrededor del mundo, no sólo enviaremos un fuerte mensaje en oposición a la privatización del conocimiento –la haremos una cosa del pasado. ¿Vas a unírtenos?

Publicado el 19/11/2012. Última modificación 14/02/2016
Aaron Swartz