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miércoles, 12 de diciembre de 2018

Toda la esencia del turismo sexual en Cuba en una historia.


Esa mañana me desperté en algún lugar de las afueras de La Habana. Estaba con Cecilia una chica del club nocturno, por alguna razón no me llevo a un hotel sino a su pequeña casa. Su ropa interior colgaba de en una silla. Fueron veinte dólares bien gastados.

Toda la esencia del turismo sexual en Cuba en una historia.
En la puerta de su casa, me esperaba el mismo conductor de taxi nocturno, un hombre negro medio dormido, con una camiseta de "I Love America", que nos trajo desde el club a la casa de Cecilia, en su Chevrolet azul de 1967.
Él, pobre hombre, al darse cuenta de que, de alguna manera, tendría que salir de aquí, por mi propia iniciativa, me esperó toda la noche para ganarse otros diez dólares.

- ¿No es demasiado que me hayas esperado toda la noche? - pregunté, sentándome en un amplio asiento trasero.

"No se preocupe, señor, soy el marido de Cecilia", respondió.