sábado, 21 de noviembre de 2015

Rover de expedición Lunar reparado con con cinta adhesiva.


Expedición rover lunar "Apolo 17". Foto astronauta Harrison Schmitt. 1972
Ala de la rueda derecha está hecha de cuatro capas unidas con cinta adhesiva.

La cinta moderna apareció durante las Segunda Guerra Mundial, gracias a la madre de dos oficiales de la Marina de Estados Unidos - West Staudt. Queriendo ayudar a sus hijos en el frente, fue que llamó la atención del Gobierno sobre la cinta que se pegaba en las cajas de municiones, no es buena: tiene que ser removida de un cuchillo o dientes. El tiempo dedicado por los hombres a retirar la cinta, a veces les cuesta la vida. En 1943, la señora Staudt escribió una carta al presidente Roosevelt, y le expuso su idea de cinta adhesiva, después de lo cual, el gobierno gestiono la producción militar y le fue encargado su desarrollo a la empresas "Johnson & Johnson", que desarrollo una fuerte e impermeable cinta adhesiva. La cinta se volvio increíblemente popular entre los militares: con la reparaban todo, zapatos, bolsos, hasta aeronaves. Una ventaja de la invención consiste en el hecho de que la cinta se puede retirar tan fácilmente como la pasta, - esto no requiere ninguna herramienta adicional. Después de la guerra, un nuevo tipo de cinta se hizo popular entre la población civil, porque era ideal para reparaciones rápidas.

La NASA cuenta una anécdota ocurrida durante el paseo lunar de los astronautas del Apolo XVII.

Foto NASA

Los astronautas Gene Cernan y Jack Schmitt habían alunizado el módulo Challenger en un hermoso valle lunar rodeado de montañas, llamado Taurus-Littrow. Bajaban ya por la escalerilla y cargaban una canasta con herramientas geológicas y experimentos en su “rover lunar” hasta que Cernan rozó el vehículo; un martillo ubicado en un bolsillo de su traje lunar cayó sobre el guardabarro posterior del lado derecho y desgarró casi la mitad.

Tal y como diría y haría MacGyver Cernan afirmó: “podré arreglarlo con cinta adhesiva”. Pero del dicho al hecho hay un trecho, y la tarea no sólo no resultó nada fácil; sino que la primera versión de la reparación no fue lo suficientemente efectiva como para evitar que al circular se impregnara todo de polvo lunar.

Para los astronautas del Apolo, el polvo lunar representó una verdadera molestia. Se quedaba pegado a todo: trajes espaciales, equipo, instrumentos... Los granos, con sus afilados bordes, rayaban las placas, tapaban las juntas, cubrían de color negro las superficies y hacían imposible la lectura de los discos.





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