martes, 6 de marzo de 2012

Miguel Angel Buonarroti

Fue la encarnación del artista total y es el paradigma del genio renacentista.Miguel Angel alcanzó inmensa fama en vida y fue alabado por sus contemporáneos como el mejor artista de todos los tiempos. Cultivó principalmente la pintura, la arquitectura, la poesía y sobre todo, la escultura. Consagró toda su vida a la creación artística, obsesionado por una idea que mantuvo firmemente hasta el fin de sus días: la búsqueda de la perfección, por sí misma y como camino a la inmortalidad.


Michelangelo di Lodovico di Buonarroti Simoni nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, localidad que formaba parte de los dominios de la república de Florencia.
Pertenecía a una familia noble que había alcanzado su fortuna con el comercio y la banca, aunque en ese momento había perdido parte de su riqueza y pasaban algunas estrecheces económicas. El hijo mayor de la familia tomó los hábitos muy joven y Miguel Angel mostró vocación artística, cosa que a su padre no le gustaba. De todas formas en 1488 entró como aprendiz en el taller de Ghirlandaio, donde aprendió el arte de pintar y el dominio de la técnica del fresco. Completó su formación con el escultor Bertoldo di Giovanni, que había sido discípulo de Donatello.

Resulta que un día Lorenzo el Magnífico pasa por donde Miguel Angel estaba esculpiendo la cabeza de un fauno copiando una antigua escultura que había en el jardin de la Villa Médici y admirado por la perfección que logró el joven decidió tomarlo bajo su protección. De esa manera pasó a formar parte del grupo de intelectuales y artistas más avanzados de su época.
Allí tomó contacto con el ambiente más culto y refinado del que se rodeó "El Magnífico" e iniciaron una larga y productiva relación de mecenazgo entre los poderosos Médicis y Miguel Angel, vínculo que sufrió altibajos durante la larga vida del artista (89 años).
En 1496, con 21 años, el artista viajó por primera vez a Roma, la ciudad se encontraba en obras debido al afán renovador de los pontífices que estaban empeñados en convertirla en la capital de la cristiandad para que impresionara a los peregrinos procedentes de toda Europa.
En aquel febril ambiente artístico, el joven escultor pronto recibió importantes encargos, uno de ellos le haría cosechar fama y renombre:

La Piedad del Vaticano.


La Piedad es la imagen de la figura de la Virgen María joven, con una tristeza serena sosteniendo a un Cristo yaciente y desnudo. Mide 1,74 por 1,95 metro, y es de mármol totalmente pulido. Aquí Miguel Angel se permitió una pequeña licencia: fue la única vez que firmó una de sus obras.


En 1501 volvió de nuevo a Florencia, allí realizó una de las obras que más fama y popularidad le dieron: el David, obra que encarna la perfección de las formas masculinas.


Era un bloque de mármol de Carrara muy alto y muy estrecho que Agostino de Duccio había empezado a esculpir, pero tuvo que abandonar por las dificultades que presentaba la forma del material. Se buscó a otro escultor y se eligió a Miguel Angel quien trabajó con tal maestría en esta obra que no se nota la huella de otras manos. Esta obra simboliza la potencia de la República.
La Sagrada Familia


En 1505, fue llamado a Roma por el Papa Julio II que estaba empeñado en hacer de la Santa Sede la primera potencia italiana. Allí, en medio de la mayor ebullición, Miguel Angel quedó indisolublemente ligado a la Ciudad Eterna. Pero la relación entre Miguel Angel y el Papa siempre fue difícil, estuvo marcada por la desconfianza mutua y el choque entre dos personalidades complejas y vehementes.

Moisés.

 
Fue realizado en 1513, es una escultura gigantesca que mide 2,35 metros y está en el centro de la tumba de San Pedro in Vincoli -la basílica reina de la arquitectura religiosa ya que no existe ningún edificio parecido a éste en todo el mundo-. También allí se encuentra el mausoleo de los Médici que el artista erigió para la poderosa familia florentina.


Basílica de San Pedro
Miguel Ángel fue nombrado arquitecto de la basílica de San Pedro en 1546 a los 72 años de edad, a la muerte de Antonio da Sangallo el Joven. La construcción de la basílica había sido empezada sobre la anterior paleocristiana, por mandato del papa Julio II y bajo la dirección del arquitecto Bramante; a partir del fallecimiento de este último, se hizo cargo Rafael Sanzio, que modificó la planta y la transformó en una cruz latina. Cuando Miguel Ángel recibió el encargo de las obras, modificó de nuevo la planta y volvió, con ligeras variaciones, a la idea original de Bramante de cruz griega, pero redujo las cuatro esquinas del cuadrado para que las áreas más pequeñas pudieran tener luz directa. Le corresponde en particular la modificación de la cúpula central respecto al proyecto de Bramante: suprimió el anillo con columnas y le dio un perfil más elevado. Al suprimir las torres, la cúpula se convirtió en el elemento predominante. Obtuvo permiso del papa, ante la vista de sus maquetas, para demoler parte de la construcción de Sangallo y, sin alterar de forma sustancial el interior, consiguió imponer su estilo personal y aportar una gran unidad al conjunto. La mayor parte de las obras se realizaron entre los años 1549 y 1558







 Miguel Angel vivió agobiado y atormentado porque aunque trabajó por encargo para los más poderosos tuvo que soportar estrecheces económicas toda su vida, y decía:"vivo cansado a causa de los formidables trabajos y perseguido por mil angustias". Es decir que los poderosos nunca estuvieron a la altura de la sensibilidad de semejante artista. Su carácter se volvió más solitario e introspectivo, le gustaba trabajar solo, lo que empeoró sus padecimientos convirtiéndolo en un hombre irascible. Incluso prescindió de ayuda cuando inició la titánica tarea de los frescos del Juicio Final.

A esta pintura la emprendió solo siendo ya sexagenario -excepto para pintar el fondo turquesa- aunque la pared medía 13,70 x 12,20 metros lo que lo obligó a un esfuerzo físico extenuante durante siete años. Cuando contó con colaboración como en el caso de los trabajos arquitectónicos de San Pedro, se peleó con todos los maestros ayudantes y también se enemistó con Leonardo da Vinci y Rafael.

La realizacion de los frescos de la Capilla Sixtina fue un proceso terriblemente complicado que duró cuatro años, del 1508 al 1512, sobre todo porque el temperamento del artista sólo permitió que un aprendiz le mezclara la pintura. Miguel Angel tuvo que trabajar sobre un andamio, en una incómoda postura, además de estar sometido a la constante presión del Papa, el anciano Julio II que quería ver la magna obra terminada.
El Génesis es uno de los fragmentos más conocidos.


Miguel Angel aceptó a regañadientes la decoración de la Capilla Sixtina porque no confiaba demasiado en su talento pictórico, increíble, no? además era humilde! Pero en verdad la enorme bóveda es una de las mayores empresas artísticas de todos los tiempos. Son trabajos de 900 metros de superficie que lo agotaron mental y físicamente. Pero como dudaba de su obra a veces se sentía insatisfecho y por eso rompió varios de sus dibujos preparatorios para que las generaciones futuras no supieran de su fatiga y sólo percibiesen la perfección de sus trabajos. En tanto el Papa Julio II amenazó a Miguel Angel con atacar Florencia si no pintaba la Capilla Sixtina (llamada así por el Papa Sixto IV), entonces el excelso artista aceptó el "encargo".

Una vez finalizada la decoración de la capilla, Miguel Angel se dispuso a continuar con la tumba de Julio II, pero el Papa murió y su sucesor León X lo interrumpió y le encargó la remodelación de la fachada de la Iglesia de San Lorenzo, en Florencia.

El período espléndido del Renacimiento permanece en la memoria de la humanidad por la existencia de genios excelsos y grandiosos como Miguel Angel, quien ejerció el arte como un sacerdocio, abdicó de los placeres terrenales y se consagró por entero a su labor. Sólo en los últimos años de su vida, fue amigo de la poetisa Vittoria Colonna, este amor platónico alegró su vida y calmó su carácter y a ella le dedicó los melancólicos y hermosos sonetos Rime.
La humanidad tiene contraída con él una deuda de gratitud, hoy la Capilla Sixtina es un lugar de peregrinación para millones de personas que llegan atraidas por la magnificencia de sus pinturas y sus obras escultóricas y quedan embelesadas ante lo que fue capaz el genio de un hombre imponente cuya exhuberancia fue y es abrumadora y emocionante.

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