martes, 18 de febrero de 2014

La vacuna de Edward Jenner.

(Berkeley, Gran Bretaña, 1749-id., 1823) Médico inglés. A los trece años entró al servicio de un cirujano local, con el que permaneció hasta los veintiuno, momento en el que se trasladó a Londres y se convirtió en pupilo de John Harvey. En 1773 regresó a Berkeley para abrir una consulta local, en la que adquirió un notable prestigio.

Edward Jenner

En el siglo XVIII, la viruela era una de las enfermedades epidémicas con un mayor índice de mortalidad. El único tratamiento conocido en la época era de naturaleza preventiva, y consistía en inocular a un sujeto sano materia infectada procedente de un paciente aquejado de un ataque leve de viruela. Dicho principio se basaba en la evidencia empírica de que un sujeto que hubiera superado la enfermedad no la volvía a contraer. Sin embargo, la persona inoculada no siempre desarrollaba una versión leve de la enfermedad y fallecía a menudo; además, podía actuar como foco de infección para los que lo rodeaban.

Jenner se percató de que una variante de la enfermedad, la viruela de las vacas, también ejercía el mismo efecto inmunitario con respecto a la viruela convencional en las personas que la habían contraído. En 1796 extrajo materia infectada de un individuo afectado por la viruela de las vacas y la inoculó a un niño sano de ocho años, que prontamente desarrolló una fiebre leve y pequeñas lesiones. Dos meses después inoculó nuevamente al niño, pero esta vez con el virus de la viruela convencional, sin que la enfermedad llegara a desarrollarse.

La memoria con los resultados obtenidos fue rechazada por la Royal Society, pero él la publicó en 1798, incluyendo también los resultados favorables de otras pruebas posteriores. No sin problemas, la práctica de la vacunación se fue extendiendo desde el campo de la acción médica particular al ámbito nacional, continental y mundial. Jenner, convertido en un personaje célebre, disfrutó desde 1802 de una cuantiosa suma anual concedida por el Parlamento, retirándose de la actividad científica en 1815.

La palabra vacuna se deriva de la palabra en latín vaca. Esta palabra fue creada por Edward Jenner cuando estudio y propuso el desarrollo de un método profiláctico para evitar la infección con viruela humana usando la viruela vacuna (la viruela que le da a las vacas).

La viruela era una enfermedad que afectaba a una gran parte de la población del mundo, causando muchas muertes y marcando con cicatrices deformantes a los sobrevivientes. Como el SIDA, era causada por un virus y además, era altamente infecciosa.

A mediados del siglo XVIII ya se reconocía que las mujeres que ordeñaban las vacas no sufrían de viruela humana, si se habían infectado con viruela vacuna. La viruela vacuna causaba ampollas en las ubres de las vacas. Muchas de las que ordeñaban vacas desarrollaban ampollas similares en sus manos y brazos, que no causaban gran enfermedad en los humanos. Cuando alguna población era atacada por una epidemia de viruela humana, eran estas mujeres las que no sufrían ninguna infección.

Fue ese conocimiento popular lo que le dio la idea a Jenner de estudiar la veracidad de esa creencia y decidió probar su hipótesis de que la viruela vacuna protegía a las personas de la viruela humana.

Su oportunidad llegó cuando en mayo de 1796, una ordeñadora llamada Sarah Nelmes desarrolló viruela vacuna a través del contacto con las vacas. Jenner sacó fluido de una pústula de la mano de Nelmes e inoculó a James Phipps, un niño saludable de ocho años. Él hizo 2 cortes superficiales de media pulgada en el brazo del niño y aplicó el fluido. Seis semanas más tarde inoculó al niño con el virus vivo de la viruela humana, pero el niño no se enfermó. Este procedimiento se conoce como "variolación." Meses más tarde Jenner volvió a exponer al niño al virus de la viruela humana a través de la variolación, sin causar enfermedad. Aparentemente Jenner también expuso a varias personas que habían tenido viruela vacuna al virus de la viruela humana, sin causar infección en ellos. Estos experimentos y observaciones llevaron a Jenner a concluir que efectivamente el virus de la viruela vacuna protegía contra la viruela humana. Como resultado, el infectar a personas con el virus de la viruela vacuna se convirtió en la vacuna contra la viruela humana.

Inicialmente, las ideas y reportes de Jenner no fueron aceptados por la comunidad científica inglesa, tildándolos de "increíbles." Para finales del siglo XVIII la vacuna contra la viruela tomó popularidad y fue administrada por varios médicos en Londres. Varias de las personas vacunadas sufrieron lesiones similares a la viruela, lo que llevó a concluir que hubo ocasiones donde se usó el virus vivo de la viruela humana en vez del de la viruela vacuna. A pesar de estos problemas la vacuna contra la viruela se hizo muy popular en Europa y el mundo, con alrededor de 100,000 personas inoculadas mundialmente para el año 1800.

Dos años más tarde la vacuna hace su aparición en Estados Unidos. Para el mismo tiempo España envía la vacuna a sus dominios en América y Asia en lo que llamó la Expedición de la Vacuna. La razón principal de esta expedición no era el salvar vidas de por sí, sino el proteger los intereses económicos del imperio español, pues la viruela podía aniquilar a poblaciones completas, lo cual afectaba la agricultura y el mercadeo y por ende, los impuestos y el tesoro de los Reyes de España.

Para llevar la vacuna de España a sus colonias, se usaron 22 niños huérfanos que eran infectados con viruela vacuna de uno en uno en cadena. Estos niños se convirtieron en "tubos de ensayo" humanos para esta vacuna.

Aunque de por si Jenner no descubrió las vacunas, él fue el primero en utilizar el método científico de observación y experimentación en la formación de una vacuna. Él probó científicamente que la vacuna protegía de la infección con viruela humana. La palabra "vacuna" no se hizo popular hasta décadas después cuando el científico francés Pasteur comenzó a usarla. Desde entonces se conoce como vacuna toda inoculación para prevenir una infección bacterial o viral.

La vacuna contra la viruela siguió creciendo en uso y para mayo del 1980 la Organización Mundial de Salud declaró oficialmente que la viruela humana había sido erradicada de la faz de la tierra. Muchos de nosotros tenemos una pequeña cicatriz redonda en el antebrazo, producto de la vacuna con virus vivo contra la viruela humana.

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