miércoles, 20 de agosto de 2014
El Castillo de Osborne fue residencia estival de la familia real del Reino Unido
En medio de exuberantes jardines, en el extremo norte de la isla de Wight, se halla Osborne House, residencia junto al mar de la reina Victoria y el príncipe Alberto. Precisamente, lo que tiene de especial Osborne House es que nos ofrece una visión única de la vida privada de la familia real.
Al recorrer las habitaciones reales y la suite infantil de este palacio, uno puede detenerse a contemplar la intimidad de la familia real. Algo que, curiosamente, no se siente de la misma manera si se visita el Castillo de Windsor, el Palacio de Buckingham o el Pabellón Real de Brighton.
El Castillo de Osborne fue una residencia estival de la familia real del Reino Unido localizada en Cowes, Isla de Wight, Inglaterra. Fue usado hasta la muerte de la Reina Victoria, momento en que se conservó como museo para disfrute exclusivo de la realeza. A principios del siglo veinte se abrió al público parte de la planta baja del palacio, pero no fue hasta 1954 que se mostró el dormitorio de la reina tal y como ella lo dejó. Actualmente pertenece al patrimonio británico y está abierto al público tanto el edificio como los jardines ya que la familia real actual acostumbra a pasar los veranos en Balmoral, Escocia.
Buscando un refugio privado familiar, lejos de las tensiones de la vida pública de la corte, la reina Victoria y el príncipe Alberto compraron Osborne House y sus alrededores en 1845. A la reina le encantaba la isla de Wight, ya que la había visitado dos veces de niña. La casa estaba relativamente cerca de Londres, pero lo más importante era que el ambiente proporcionaba una gran paz a la familia real.
La original casa georgiana, demolida en 1848, resultaba demasiado pequeña para las necesidades de la familia real. Así que entre 1845 y 1851 se construyeron los apartamentos reales y las alas principales, influidos por el amor del príncipe Alberto hacia el renacimiento italiano.
La hacienda llegó a un total de dos mil hectáreas, e incluía numerosas casas de campo para los miembros de la familia y los trabajadores de la hacienda.
El Comedor y la Sala del Billar son las principales salas de recepción de la casa. Están ricamente decoradas, y cada una de ellas tiene los techos pintados. Ninguna de las otras habitaciones de la casa son tan elegantes como estas. Los apartamentos reales, por ejemplo, son muy cómodos pero nada ostentosos.
El ala Durbar, que fue una adición posterior de la casa en 1891, fue construido como sala de banquetes. El estilo arquitectónico es muy parecido a los edificios que se ven en la India, muy popular a finales del siglo XIX. Durbar precisamente es una palabra india que significa tanto recepción como la sala en la que se celebran este tipo de eventos.
La Sala Durbar es realmente impresionante, con paredes y techos esculpidos en teca. El interior fue diseñado bajo las órdenes de Lockwood Kipling, padre del escritor Rudyard Kipling. Hay un hermoso pavo real tallado en la chimenea.
La casa está equipada con todos los lujos modernos de la época victoriana, incluidos los baños con duchas, y un ascensor, que se añadió en 1893 para facilitar el acceso de la reina, ya en su vejez, a la primera planta.