martes, 10 de enero de 2017

La Piedra de Scone



La Piedra de Scone o, como también se la conoce “piedra del destino“, en el Castillo de Edimburgo, es la roca en la que se coronaban los reyes de Escocia y, hoy los del de Reino Unido. Por ello, si tienes intención de visitar el castillo de Edimburgo, no puedes dejar de pasar por este histórico lugar, Es un símbolo muy importante para Edimburgo y para todo el país.

La Piedra de Scone fue robada por Eduardo I, rey de Inglaterra, y estuvo en la Abadía de Westminster de Londres durante 6 siglos. En 1996 la Piedra del Destino volvió por fin a Edimburgo pero con la condición de que pudiera estar en Londres en la coronación de los reyes de Reino Unido.

La historia de la Piedra del Destino remonta sus orígenes hasta el libro del Génesis de la Biblia cuando Jacob tuvo un sueño recostando la cabeza sobre una piedra. Fue allí donde se le apareció Dios y le habló de su descendencia. Este es el motivo por el cual a la Piedra del Destino también se la conoce como la Piedra de la Dormición o Piedra de Jacob.

Cuenta la leyenda que en el lugar del sueño de Jacob se construyó un templo utilizando la piedra en una columna. Mucho tiempo después, la llamada Piedra del Destino fue robada por los egipcios y fue trasladada a Egipto, donde Scota, la hija de un faraón, la trasladó a Escocia. Cuenta así la leyenda que Scota fue la fundadora del pueblo escocés y dio nombre a la nación: Scotland.

Esta no es la única historia que encierra la Piedra del Destino y el misticismo parece que no tiene final, por eso es una de las visitas más importantes en el Castillo de Edimburgo.

En 1296, en un intento por despojar a Escocia de sus símbolos básicos de identidad, el rey Eduardo I de Inglaterra saqueó la Abadía de Scone y se apropió de la Piedra del Destino como botín de guerra, instalándola en la Abadía de Westminster para su uso en las ceremonias de coronación. Para ello, hizo construir una silla especialmente diseñada (conocida por ello como la Silla de San Eduardo), sobre la que desde entonces han sido coronados todos los reyes británicos excepto María II de Inglaterra. Hay leyendas sin embargo que afirman que Eduardo I no logró llevarse la auténtica piedra, ya que los monjes de la Abadía de Scone la ocultaron y entregaron al rey inglés una copia o falsificación.

En 1328, durante las conversaciones de paz entre los reinos de Escocia e Inglaterra, parece ser que el rey Eduardo III de Inglaterra se comprometió a devolver la Piedra a Escocia. Sin embargo, dicha condición no formó parte del definitivo Tratado de Northampton, por lo que la piedra se conservó en la Abadía de Westminster sin interrupción durante más de seis siglos. Con la unificación de las coronas de Escocia e Inglaterra bajo la dinastía de los Estuardo, los reyes de Escocia volvieron a ser coronados sobre la Piedra del Destino, aunque sin que ésta se desplazase de su ubicación en ningún momento.

Durante el siglo XX la Piedra del Destino realizó dos viajes muy distintos a Escocia: uno furtivo y temporal, y otro oficial y definitivo.

El primero de ellos tuvo lugar en 1950, cuando, el día de Navidad, cuatro estudiantes escoceses robaron la piedra de su ubicación en la Abadía de Westminster y emprendieron un viaje con ella hacia Escocia. Durante el proceso de extracción de la Piedra de su lugar en la Silla de San Eduardo, la piedra se partió en dos. Después de esconder la mayor de las partes en Kent durante semanas, los estudiantes ocultaron la piedra en la parte trasera de un coche y se arriesgaron a cruzar la frontera, plagada de controles policiales. El fragmento más pequeño de la Piedra hizo un camino similar: tras pasar unos días en Leeds, llegó a manos de un veterano político de Glasgow, quien hizo que fuera reparada por el cantero profesional Robert Gray.

Dado que el Gobierno Británico había organizado una extensiva búsqueda, y que la opinión pública no se mostraba tan favorable al robo como sus autores esperaban, la Piedra fue abandonada en la Abadía de Arbroath, el 11 de abril de 1951. Es imposible saber si la intención de los secuestradores era devolver la piedra o si esperaban que la Iglesia de Escocia la protegiese de los ingleses. Lo cierto es que cuando la policía supo de su localización, la reclamó y la devolvió a su lugar en la Abadía de Westminster, a tiempo para la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra en 1953. Nuevamente, circularon leyendas que decían que la piedra devuelta no era la original sino una copia, repitiendo así los rumores respecto a su entrega original en el siglo XIII.

La devolución real y definitiva de la Piedra a Escocia se produjo en 1996, a iniciativa del gobierno conservador del Primer Ministro John Major. La Piedra hizo el camino desde Londres custodiada por el ejército, hasta ubicarse en el Castillo de Edimburgo, donde hoy puede contemplarse junto al resto de las Joyas de la Corona escocesa.

































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